Numerosos estudios presentan evidencias científicas muy sólidas en cuanto a los beneficios que algunas dietas, como la Mediterránea, de hecho, aproximadamente, un 30% de los alimentos que forman nuestra dieta son fermentados, siendo los más comunes los lácteos (yogures, queso), los encurtidos o los panes de masa madre.
“Los alimentos y bebidas fermentadas se elaboran a partir de materias primas y procedimientos muy diferentes, de manera que son muy numerosos y diversos”, indica el Prof. Humberto Martín Brieva del departamento de Microbiología y Parasitología de la Facultad de Farmacia de la Universidad Complutense de Madrid (UCM). “Teniendo esto en cuenta, nos podemos hacer una idea de la gran variedad de productos fermentados que podemos disfrutar: desde derivados de cereales, legumbres, vegetales y carne, hasta yogures, quesos o bebidas fermentadas como la cerveza, el vino o la sidra”, precisa.
Al respecto, el Prof. Martín Brieva explica que, en el caso concreto de la cerveza, el proceso de fermentación es todo un ejemplo de cómo las levaduras son las auténticas protagonistas, marcando su estilo, sabor y propiedades: “A partir de ingredientes naturales que contienen vitaminas y minerales, además de ser fuente de compuestos bioactivos como los polifenoles, hace que el consumo siempre moderado y en el marco de una Dieta Mediterránea pueda ayudar a prevenir enfermedades cardiovasculares o neurodegenerativas”, añade.
No obstante, el experto destaca que el consumo excesivo de estas bebidas es perjudicial para la salud y que su ingesta debe ser valorada, de forma opcional y siempre moderada, en adultos sanos y no embarazadas dentro de un estilo de vida saludable.
Finalmente, el Prof. Brieva recalca que, ante la evidencia científica sobre los beneficios que los alimentos fermentados tienen en la salud, sería positivo contar con más recomendaciones específicas y legislaciones con indicadores concretos de lo que puede considerarse una dosis relevante de fermentados. “Estos alimentos representan una parte considerable de las dietas humanas y, aunque su impacto en la salud sí es percibido de forma positiva, falta todavía una evaluación científica que, de manera oficial, presente criterios específicos sobre su consumo”, matiza el Prof. Martín Brieva.