“No hay una edad límite”, reconoce el cirujano Moisés Martín Anaya, “hay una salud límite. Con el aumento de la esperanza de vida, pero sobre todo de la calidad, someterse a una intervención para mejorar estéticamente depende de cómo se encuentre esa persona, de si tiene alguna enfermedad o diagnóstico que le dificulte para pasar por el quirófano.
En el caso del lifting facial, la intervención que se ocupa de rejuvenecer el rostro, dependerá de cada individuo, pero se suele recomendar a partir de los 35-40 años, cuando se comienzan a hacer visibles los efectos de la gravedad, el envejecimiento de la piel y la pérdida de volumen.
Estos son los tres factores principales que se trabajan en esta intervención, una de las más largas, con una duración de entre tres y cuatro horas, con anestesia general o local con sedación, y que consiste en recolocar las estructuras faciales a nivel profundo, es decir, trabajando la musculatura de la cara”.
“La operación”, puntualiza el doctor, “no sólo estira, tal como se piensa, también aborda la pérdida de volúmenes, algo más necesario todavía tras alisar los tejidos. El objetivo es mantener el perfil facial sin cambiar la expresión”.
Abordaje en el quirófano
El cirujano plástico explica que, “gracias a complementos como la toxina botulínica o el ácido hialurónico, se ha podido suprimir el llamado lifting frontal, que ya no se practica. Para trabajar la frente se realizaba una incisión en el cuero cabelludo. Hoy en día este proceso se ha sustituido por las inyecciones de toxina botulínica, que paralizan la musculatura, eliminando las arrugas de expresión.
Sí se realizan otras incisiones, pegadas y escondidas tras los pliegues de las orejas para trabajar el tercio inferior y otra en la zona de barbilla, bajo el mentón para operar la parte del cuello. No es necesario cortarse el cabello para realizar las incisiones”.
Rejuvenecer la expresión
El Dr. Martín Anaya indica que son seis los aspectos que corrige un lifting facial y envejecen la expresión:
– Caída y laxitud de las mejillas: La intervención busca reparar este aspecto, resaltando el pómulo. Un injerto de grasa propia del paciente como complemento, ofrece un resultado fresco y juvenil. La caída de la mejilla se soluciona mediante la colocación endoscópica de suturas que tensan la musculatura y la grasa del tercio medio facial.
– Surco nasogeniano marcado: marca de expresión que parte del final de la nariz y que desciende en oblicuo hasta el final de la boca. Un aspecto importante del procedimiento se basa en tensar esta zona.
– Líneas de marioneta: son la prolongación de las anteriores. Van desde el final de la boca a la barbilla. En el lifting se elimina la flacidez de estas comisuras.
– Arrugas periorales: aparecen encima del labio superior. Al tensarse el área desaparecen estas marcas.
– Bandas de platisma: pliegues verticales del cuello hasta el comienzo del escote. Se eliminan las bandas al recortar el músculo sobrante y caído, relajándolo mediante incisiones y definiendo el ángulo del cuello.
– Laxitud de la piel cervical: Se trabaja una vez eliminada la papada, mediante la extracción de la grasa.
Resultados duraderos y naturales
“Los cuatro aspectos que se tratan en el lifting cérvico facial se realizan de manera tridimensional, es decir desde la parte profunda de los músculos faciales. Después, la piel se aplica sobre su sitio sin tensión. Sólo así”, recalca el Dr. Martín Anaya, “se consiguen resultados más duraderos y naturales. Esta es la clave. Si se pierde la expresión, si se nota en exceso, no se ha obtenido el mejor resultado”.