Una mala alimentación puede ser causante tanto de enfermedades como de beneficios para la salud. Al igual que puede causar enfermedades metabólicas (como la diabetes o la hipercolesterolemia) y obesidad, también afecta a problemas de la piel. “Afecciones como el acné y el envejecimiento prematuro se pueden ver agravadas por una mala alimentación, al igual que pueden aparecer nuevas patologías como son la cuperosis o alopecias repentinas” explica la Dra.Marta Hermosín, médico, farmacéutica y especialista en nutrición y dermocosmética del Instituto de Dermatología Integral.
Mala alimentación
Un exceso en el consumo de grasas saturadas, alimentos procesados y azúcares refinados pueden ser los responsables de la aparición de acné y un agravamiento del mismo. Así mismo como de la aparición de milliums, pequeños puntos de queratina y células muertas de entre 1 y 3 milímetros, que aparecen en la cara debido a que los poros están cerrados a causa de un acúmulo de grasa en ellos. “Evitar los lácteos es muy importante, incluso los que no tienen lactosa, ya que la caseína y otras proteínas presentes en los lácteos también producen grasa; el chocolate, las bebidas con cafeína; y, por supuesto, los embutidos grasos” añade la Dra. Hermosín.
La flacidez y el envejecimiento prematuro tienen relación con un déficit en la ingesta de frutas y verduras, entre otros. El resultado es una piel deshidratada, con el consecuente empeoramiento de la capa más visible de la piel, la epidermis. La falta de agua hace que la piel se vuelva más fina por lo que es habitual que aparezca flacidez y las arrugas de expresión están más marcadas.
Repercusión en el rostro
Otra de las consecuencias de una mala alimentación, es que se genere una deshidratación profunda de la piel y esta se vuelva reactiva. “Debido a este problema, responde de forma exacerbada a las agresiones externas, como son cambios de temperatura o incluso cualquier roce, apareciendo rojeces tanto en el rostro como en cualquier parte del cuerpo. Si este problema se mantiene en el tiempo a consecuencia de una falta de hidratación o una alimentación inadecuada, esta piel reactiva se puede cronificar con el resultado de ruptura de capilares de la piel y el posterior desarrollo de rosácea” apunta la especialista.
Una dieta pobre en alimentos ricos en hierro, presente en las carnes rojas y en la casquería (se deberían ingerir al menos cada 10 días), y ciertos minerales, como el magnesio, fósforo, selenio y potasio, presentes en los mejillones, y ciertos pescados azules, y las vitaminas del grupo C, D, E, presentes en el huevo, aguacate, o garbanzos, puede provocar también una pérdida puntual de cabello. Si no se actúa corrigiendo la dieta y sin un tratamiento médico adecuado, el folículo piloso puede acabar destruyéndose por lo que no se podrá recuperar el cabello perdido.