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Rosácea, una enfermedad desconocida

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La rosácea es una enfermedad dermatológica crónica que afecta en España a aproximadamente al 5,5% de la población, es decir, que de los 46,7 millones de personas que viven en nuestro país, más de 2,5 millones de personas la padecen. “Es una patología con una gran incidencia, sin embargo sólo el 1% de las personas que la padecen tienen un diagnóstico médico de la enfermedad. El desconocimiento de la rosácea, los síntomas, e incluso de la existencia de esta enfermedad, por parte de los pacientes, e incluso algunos médicos, son los principales motivos de este infradiagnóstico” explica el Dr. Miguel Sánchez Viera, director médico y dermatólogo del Instituto de Dermatología Integral IDEI.

Cursa con brotes que afecta principalmente a las zonas centrales del rostro como son mejillas, nariz, frente y mentón. Los principales síntomas son:

Enrojecimiento facial (eritema): muchas veces de aparición espontánea. Es el llamado flushing o rubefacción

Arañas vasculares (telangiectasias): se producen por una vasodilatación de los capilares del rostro

Granos inflamados: son parecidos a los del acné. Son llamados pápulas y pústulas

Quemazón, tirantez y sequedad de la piel

Inflamación y edema de las zonas afectadas

Otros síntomas menos comunes, pero que se dan en los casos más severos son: edema (hinchazón asociada a retención de líquidos), dolor, engrosamiento de la piel y deformidad de la nariz (rinofima).

También afecta al estado de ánimo del paciente

Otra de las características que presentan las personas que padecen rosácea son problemas en su autoestima y en la interacción con otras personas y, en definitiva a su calidad de vida. Afecta a casi el 90% de las personas con esta enfermedad. “Dado el gran desconocimiento que existe de la enfermedad, la sintomatología de la rosácea es asociada muchas veces a personas que beben, por la presencia de las arañas vasculares, o que no cuidan su imagen e higiene en exceso, por la aparición de los granos y por tener la piel seca y roja” explica el director del Instituto de Dermatología Integral.

Estudios recientes de la National Rosacea Society, reflejan que más del 40% de los afectados por la rosácea ha evitado en algún momento de su enfermedad la interacción social. Además,  en torno al 88% de los pacientes con casos severos ha tenido problemas en sus relaciones profesionales y hasta un 51% de ellos ha dejado de ir al trabajo algún día a causa de la enfermedad.

Tratamiento

El tratamiento de la rosácea tiene como objetivo tratar y controlar la sintomatología, ya que es una enfermedad crónica. Existen en la actualidad diferentes tratamientos que permiten a los pacientes tener menos brotes y que estos se espacien cada vez más en el tiempo.

En los casos en los que la sintomatología es leve está indicado el uso de cremas con fármacos que disminuyen la inflamación, vasodilatación y tienen una acción bactericida y acaricida, antibióticos tópicos y emolientes (para tratar la tirantez y deshidratación de las zonas afectadas). En casos más graves, está indicado el uso de antibióticos y retinoides orales.

Por otra parte, los láseres actuales permiten en fases leves controlar e incluso detener la evolución de la rosácea. Los láseres, la luz pulsada intensa y, más recientemente, la terapia biofotónica, han supuesto uno de los mayores avances en el tratamiento de esta enfermedad. Estos son efectivos para el tratamiento de los brotes y a la vez tienen una acción preventiva (láser colorante pulsado, KTP, Nd:Yag y la luz pulsada intensa). “En casos en los que existe agrandamiento de la nariz (rinofima) o deformidades, usamos láseres de CO2 y Erbium:YAG fraccionados o convencionales, ya que consiguen unas mejorías estéticas considerables”, explica el doctor.