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Entre el 8% y el 10% de los pacientes se plantean no recibir quimioterapia por el miedo a perder el pelo

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La caída del cabello es uno de los efectos secundarios de la quimioterapia más traumático para el paciente con cáncer. Algunos llegan a compararlo con la pérdida de una mama. Provoca un impacto psicológico tan demoledor que afecta a la autoestima del paciente, así como a su vida personal, familiar y laboral.

Carmen Yélamos, psico-oncóloga, Master en psicología Clínica y de la Salud explica que, “la pérdida del pelo ha sido descrita como la segunda preocupación más importante para los pacientes, tras el impacto de la quimioterapia sobre la familia o la pareja”.

Acaba de presentarse en España un sistema para la prevención de caída del cabello inducida por procesos quimioterápicos en el caso de tumores sólidos. Evita esta situación traumática mediante el enfriamiento del cuero cabelludo que se aplica durante las sesiones de quimio y no interfiere con los fármacos que eliminan el cáncer.

¿Cómo funciona?

“Oncobel”, indica el dermatólogo Sergio Vaño, “se aplica mediante un gorro de silicona con un circuito integrado por el que circula un líquido refrigerante que se conecta a una máquina que mantiene la temperatura óptima. De esta manera, el cuero cabelludo alcanza la temperatura entre 19º a 21º C. a nivel de la piel, provocando que los quimioterápicos no lleguen o lleguen en un bajo porcentaje a las células del folículo piloso. El sistema enfría el cuero cabelludo a un nivel superficial y esto produce dos efectos fundamentales: uno es la reducción del aporte sanguíneo entre un 20 y un 40 % por vasoconstricción de los vasos sanguíneos (cierre parcial) y el segundo, un estado de hibernación celular, lo que supone una disminución del metabolismo y por tanto un cierre de la membrana celular al paso de cualquier toxico que le llegue. Esto produce una cito-protección frente a los quimioterápicos. De esta forma se evita que los fármacos pasen a ese folículo piloso y lo destruyan. Así, se previene la caída del cabello y también, en la mayoría de los casos, de las cejas y las pestañas. El tratamiento incrementa el tiempo que el paciente deba permanecer en la sesión de quimioterapia, pues el gorro debe mantenerse puesto en cada sesión desde aproximadamente media hora antes de la infusión del medicamento, durante todo el proceso y hasta una hora y media posterior a recibir la quimioterapia”.

Efectividad

Varios estudios científicos y ensayos clínicos a nivel mundial han demostrado que la efectividad de este sistema puede variar desde un 43% (en los casos tratados con fármacos más agresivos como Antraciclinas) al 87% (en los menos agresivos), llegando en algunos casos hasta el 93% de los pacientes tratados.