Inicio Opinión Bailando un c...

Bailando un chotis en un ladrillo

Compartir

Con la llegada del verano comienzan las verbenas de los barrios. Farolillos de papel, risas y la chirriante música del tiovivo. Un motivo para salir a la calle, llenar los parques y conocer nuevos vecinos.

 

Por motivos de horarios laborales, nunca pude participar en las fiestas de mi distrito, pero este año ha sido distinto. Un grupo de amigos quedamos para ir al baile popular y allí nos encontramos con Matías. Un hombre mayor, bien vestido, con su típica gorra madrileña (parpusa) y zapatos bien lustrados. Lo que se dice todo un “chulapo” y, como más tarde pudimos comprobar, un consumado bailarín.

 

Comenzamos con un chotis y antes de que sonara la música me advirtió: “Aquí la mujer es la que dirige al hombre y solo hay que girar sin salirnos de las dimensiones de un ladrillo”.

 

Yo, que me considero en buena forma y hace años fui a clases de baile, creía que sabía como hacerlo, pero nunca había tenido un compañero como él con maestría, sentido del ritmo, soltura y, por supuesto equilibrio. Cuando acabó esta música, siguieron los pasodobles, boleros, tangos, algo de disco y hasta merengue. Nuestro amigo Matías era incansable y sin sudar.

 

La curiosidad me pudo y le pregunté por su edad y su “receta” para estar así. Los años no me los dijo por coquetería, pero se que son muchos porque es de los pocos que ya quedan, que hablan en primera persona de un Madrid triste de bombas y escasez.

Sobre la receta, me dijo: “Simplemente mantener la rutina, levantarme temprano, disfrutar de lo que tengo, hablar con los amigos, leer… Y disgustos de política y futbol, los mínimos”.

 

Cuando todavía no se había puesto el sol, nos dijo que ya había llegado su hora de recogerse. Esa noche le tocaba para cenar un yogur y una manzana asada. Nuestro nuevo amigo nos estrechó la mano, se despidió y le vimos marchar con su papusa y su estilizado tipo de bailarín. Antes había hablado con otros vecinos sobre el campeonato de petanca que se disputaba al día siguiente. Matías estaba en la final.

 

Allí nos quedamos nosotros, pensando y preguntándonos: ¿Cómo es posible que se pueda llegar a esa edad y en esas condiciones casi “óptimas”? la respuesta nos la había dado el mismo Matías con su aplicación práctica de la Medicina Antiaging.