El diario The New York Times publicó en el año 1920, una ilustración titulada: “The sky is now her limit” (El cielo es ahora su límite). En ella, su autor, Bush Nell, dibujó a una mujer con dos cubos sujetos a su cuello por un yugo, en el inicio de una inmensa escalera. En el primer peldaño se leía la palabra “Esclavitud”; en el segundo, “Explotación en el Trabajo”; en otro de ellos se leía “Pobreza”; en el decimosexto se mencionaba, especialmente, “Sufragio Universal” y en el vigésimo, como una meta casi inalcanzable, “Presidencia”.
Este dibujo se realizó para reclamar la décima novena enmienda de la Constitución de los Estados Unidos de América, que permitiría votar a las mujeres. Hoy al observar el dibujo, y a pesar de que ya han pasado casi cien años desde su publicación, vemos como la escalera continúa en nuestro mundo occidental. Ha cambiado el enunciado de algunos escalones pero muchos de esos límites siguen inalterables.
Más allá de consideraciones políticas o partidistas que se puedan ajustar a la situación coyuntural del momento, lo que es innegable es la posición adquirida por la mujer en el siglo XXI, conquistada con su trabajo y esfuerzo, dando pasos y subiendo escalones.
Hoy la mujer piensa, elige, decide. Ensancha sus límites, sin necesidad de perder ese “papel tradicional” que siempre ha ostentado: es hija, madre, esposa, amante… y además, elige tendencias: la imagen con la que quiere que los demás la vean y quiere verse a sí misma gustándose. Escoge cómo y con quién vivir su sexualidad plenamente y sin tabúes.
Y rompe todos los “techos de cristal”, previamente colocados como un obstáculo en su ascenso para cualquier puesto de trabajo, porque todos sabemos que ya no existen más límites o, ¿es qué algún hombre podría entender su vida y su futuro sin las mujeres que tiene a su alrededor?