Pocos temas han generado tantos ríos de tinta en los últimos meses como la Inteligencia Artificial.
Cuando me siento a escribir esta página, leo un titular en el que se dice que una editorial ha paralizado la recepción de artículos ante la avalancha de historias creadas por ChatGPT. Como sabemos, se trata de un sistema basado en un modelo de lenguaje con cerca de 200 millones de parámetros que, mediante la realización de preguntas, va añadiendo información y puede realizar automáticamente las tareas que se le piden. Está creado para generar textos de manera coherente y todo tipo de labores relacionadas con el lenguaje.
Que la IA está influyendo en nuestras vidas es una cuestión que ya nadie pone en duda, pero la gran pregunta es ¿hasta dónde llegará su influencia y en qué manera afectará a la calidad de servicios como la información?, ¿podría crear, que no escribir, esta página ChatGPT? Indudablemente sí, con estilo, sintaxis y coherencia lingüística, pero también puedo afirmar que la IA no tendría ni idea de quienes son nuestras fuentes primarias y protagonistas, que son siempre personas, profesionales médicos que nos explican de primera mano su experiencia y nosotros así lo reflejamos en las páginas de nuestra revista, porque ese es nuestro trabajo.
Y como la Inteligencia Artificial es actualidad candente en todos los ámbitos, hemos querido dedicar nuestra entrevista a este tema y, para ello, hemos preguntado al Dr. Carlos Jarne sobre los peligros y ventajas de la aplicación de los algoritmos en la profesión médica.
Siguiendo con los tratamientos en auge, las páginas de este número recogen en diferentes momentos el uso que se está haciendo de los exosomas. Aquí hablamos, tanto de su aplicación facial y capilar, como de su uso en ginecoestética, porque esas pequeñas vesículas celulares son una revolución médica con un potencial inmenso. Y como no, en las páginas centrales, nuestro especial GINECObelleza, del que nos sentimos muy orgullosos porque entendemos que estos tratamientos son una necesidad en la calidad de vida de las mujeres y así debe reconocerse por la sociedad y la profesión médica.
La Inteligencia Artificial será una herramienta que podrá crear contenidos, pero el análisis, la crítica o la sensibilidad social nunca podrá ser suplantada por algoritmos matemáticos, ni podrá desbancar a la evidencia científica.
¡Seguimos avanzando!