Inicio Opinión Cuando vuelva...

Cuando vuelvan los vencejos

Compartir

Venus se quedó sola. La estatua en el centro de la plaza reinaba en silencio. No había nada, únicamente soledad. Se perdieron hasta las palomas y ya no ensuciaban su larga cabellera de mármol.

Apenas unos cuantos vencejos volvieron, cada vez menos, que como todos los años por esas fechas rompían el aire con sus vuelos imposibles y sus chillidos. Fueron los únicos que no faltaron a la cita.

Las mesas se quedaron vacías. No hubo más partidas de cartas ni tertulia vecinal. De un día para otro se cerró el colegio y se perdió la fila de babis de colores que de dos en dos apretaban sus manitas y obedientes secundaban a coro la canción de la profesora en cabeza, aunque siempre con un gemido discordante que llamaba a su mamá.

También desapareció el mercado con el barullo de sus puestos, las voces reclamando clientes y el olor a fruta madura. Las prisas, el regateo y la queja por el coste de la vida, la música machacona de moda preludio de unas vacaciones que están al llegar.

Nada, ya no quedaba nada. No había nadie que admirase la belleza pétrea de Venus porque aquéllos que osaban cruzar la plaza lo hacían deprisa, casi a la carrera, sin fijar la vista en nadie. Gentes sin rostros porque además habían perdido la mitad de su expresión.

No había palabras amables, ni sonrisas, ni besos porque no había bocas. Aquella fue una primavera vacía, días de incertidumbre y cifras de desolación.

Mientras tanto Venus esperaba paciente el regreso de sus gentes, segura de que algún día volverían a su plaza, pero ¿cuándo? Y para entonces, ¿no cambiaría nada en la vida cotidiana?

Entre tanto el tiempo pasa y todos tendremos que esperar la próxima primavera para cuando vuelvan los vencejos.