Esta frase rotunda del título es una de las que se incluyen en el documental “Ser médico”, que ya sea por culpa de los confinamientos o quizás gracias a ellos he tenido oportunidad de ver, recomendado por el amigo de un amigo en una tarde de quedada al aire libre y respetando las consabidas distancias de seguridad.
La película, que se puede encontrar en Internet, tiene algo más de un par de años y está pensada para las nuevas generaciones de profesionales. Destaca los valores que deben reunir y, curiosamente, como hilo conductor cada una de estas virtudes está unida a un personaje de la historia de la medicina española.
Por ejemplo, la voluntad va unida con el profesor Santiago Ramón y Cajal que revolucionó la ciencia con su tenacidad y perseverancia, a la vez de su imaginación. La investigación, que está ligada al Dr. Severo Ochoa, resalta en su figura la búsqueda constante de resultados, utilizada como instrumento para conseguir el auténtico fin, que es la resolución de los problemas.
En todo el documental se destaca un valor por encima de los demás: la humanidad, porque el paciente cuando acude a una consulta médica pidiendo ayuda, lo hace desde una situación de desventaja, primero y fundamental, por el problema que sufre, después en busca de la cualificación científica de la que carece y por eso, además de la sabiduría, necesita y espera comprensión y sensibilidad.
También se ensalza la excelencia como seña de identidad del médico, el anhelo de lo mejor para él y sus pacientes, una situación claramente identificada con la formación continua y la actualización tecnológica.
En una situación tan difícil como la actual donde el miedo y la incertidumbre atenazan la vida cotidiana, los ciudadanos necesitamos mantener la seguridad de que estos valores, ahora más que nunca, siguen vigentes. Cuando un paciente se pone en manos de su médico, lo hace para sanar, aliviar el malestar y sentirse mejor, con una relación de confianza con la persona que le mira a los ojos y está frente a él y con la Ciencia que esa misma persona representa, porque ¿alguien está dispuesto a poner su salud en manos de cualquiera?