Dicen los psicólogos que la nostalgia puede llegar a ser la “felicidad triste”, porque es el anhelo de lo que ya no volverá, un recuerdo de experiencias que fueron o creemos que fueron positivas y pertenecen al pasado.
En una de las tantas fiestas que se celebraron en el verano, un anunció me llamó la atención: “Buscamos a Michael Jackson”. Por curiosidad y como recuerdo, quizás “nostálgico”, de su música bailona y divertida, me pasé por allí.
La primera sorpresa fue la cantidad de candidatos, cerca de dos docenas. La segunda, la calidad de los mismos. Ya no era solo el disfraz, era la apariencia. Si alguien no conociera la realidad del personaje, habría pensado que el llamado “Rey del Pop” estaba en la ciudad y clonado hasta casi el infinito.
El sentido del ritmo y sus inconfundibles movimientos de pelvis, la estatura, el pelo, su aspecto de “tirillas”, una nariz extraña y unos maquillajes imposibles para dar un tono “indeterminado” de la piel.
Todo ello me llevó a preguntarme: ¿Sabemos realmente quiénes somos? ¿Cuánta realidad hay en la imagen que queremos dar a los demás? Y ¿Cómo nos ven realmente?
Afortunadamente, hoy los profesionales de medicina y cirugía estética pueden mejorar y reparar nuestra imagen física. Además, nos asesoran y aconsejan sobre nuestras mejores opciones, individualmente, de acuerdo a nuestro físico y personalidad, sin necesidad de tener que asemejarnos a nadie, ídolos que pueden resultar inalcanzables o inexistentes, que nunca superarán la realidad única y con posibilidades, quizá insospechadas.