Esta patología se produce por la secreción excesiva de la hormona del crecimiento (GH) por la glándula pituitaria o hipófisis, situada en la base del cráneo, provocando un agrandamiento gradual de distintos tejidos y órganos a lo largo de los años. Si el exceso de GH está presente desde antes de la pubertad, cuando todavía se puede crecer en altura, se produce gigantismo, mientras que si este exceso aparece en la edad adulta se denomina acromegalia.
“En más del 99% de los casos está producida por un tumor en la hipófisis sin carácter hereditario y la edad en la que se suele aparecer normalmente es entre los 30 y 50 años. Presenta una tasa de mortalidad de 2 a 4 veces superior que la de la población general y conlleva una reducción de la esperanza de vida de entre 5 a 10 años, si no se trata. Está considerada enfermedad rara por la baja incidencia que presenta, apenas 60 casos por millón de habitantes, indica la Dra. Cristina Álvarez Escolá, Jefa de Sección de Endocrinología y Nutrición, del Hospital Universitario La Paz en Madrid.
Está asociada a alteraciones estéticas significativas como el engrosamiento de rasgos faciales, aumento del tamaño de manos y pies, entre un 55% de los casos y un 100%; crecimiento de la mandíbula, la lengua y la laringe. Hasta el 60% de los pacientes puede sufrir dolor de cabeza, alteraciones en la voz y en la visión, sudoración excesiva en un 50% a 90% de los casos, debilidad muscular, cansancio y apnea del sueño, entre otros. Puede producir ciclos menstruales irregulares, infertilidad y disfunción eréctil.
La acromegalia se asocia con el 75% de las comorbilidades osteoarticulares, causando dolor, limitación de la movilidad y discapacidad. “Los cambios en las articulaciones pueden ser reversibles en la fase más precoz, pero una vez que se han producido cambios óseos se hacen irreversibles”, explica la Dra. Álvarez Escolá.
Diagnóstico precoz
El retraso medio de diagnóstico se estima en más de 6 años, “por ello la identificación de los rasgos morfológicos clásicos, especialmente faciales y de manos y pies, es esencial para crear la sospecha y realizar un diagnóstico precoz”, explica el Dr. Javier Salvador, del departamento de Endocrinología y Nutrición de la Clínica Universidad de Navarra y anterior presidente de la SEEN.
“El diagnóstico y tratamiento precoz resultan imprescindibles para conseguir mayor tasa de curación tras la cirugía pero también significan menor desarrollo de comorbilidades y por tanto reversibilidad de las mismas”, afirma la Dra. Cristina Álvarez Escolá.
La acromegalia, “puede curarse tras la cirugía inicial o de forma más tardía tras la radioterapia. Mientras no se consigue la curación es necesario controlar la enfermedad con tratamiento farmacológico”, añade la doctora.