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La epidemia antigluten

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Entre los comportamientos sociales que mayor repercusión está teniendo de las consultas de enfermedades digestivas destaca el de la sensibilidad al gluten no celiaca, dicen los expertos que esta cuestión que comenzó a emerger en el año 1978 y que ha ido en aumento progresivo aunque el despegue se ha producido entre los años 2009 y 2014, un periodo en el que prácticamente se ha duplicado el porcentaje de seguidores de una dieta libre de gluten.

Según la Dra. Natalia López Palacios, del Servicio de Aparato Digestivo del Hospital Clínico San Carlos, “en Estados Unidos cerca de tres millones de personas hacen una dieta sin gluten. Se ha pasado del 1,3% de seguidores de una dieta libre de gluten al 2,4 % de la población, pero hasta el 72% la hacen sin diagnóstico médico”. La dimensión de este asunto es tal que la doctora afirma que “la sensibilidad al gluten no celiaca autonotificada es un problema epidemiológico del siglo XXI”.

La “autoprescripción” es un obstáculo importante a la hora de detectar si realmente existe intolerancia al gluten. “Los pacientes llegan a nuestras consultas con sus propias dietas y aseguran que sus síntomas digestivos han mejorado a partir de suprimir el gluten. El problema es que es muy complicado diagnosticar de celiaquía a alguien que ya prescinde del gluten”, enfatiza la experta.

Sin embargo, esa medida tampoco es la panacea y “son muchos los que nos preguntan por qué persisten sus síntomas digestivos a pesar de evitar el gluten”, comenta López Palacios; por ello, “la comunidad científica ha tenido que concienciarse de la existencia de este trastorno y su relación con las enfermedades digestivas”.

El primer paso es saber de qué se trata. Así, la sensibilidad al gluten no celiaca se define como una condición según la cual después de la ingestión de gluten aparecen síntomas intestinales y extraintestinales, si bien “muchos síntomas se solapan con los del síndrome de intestino irritable (diarrea, dolor epigástrico, náuseas, etc.) ¿Cómo se establece el diagnóstico? Además de comprobar la aparición y desaparición de los síntomas con la ingesta de gluten, hay que hacer las correspondientes pruebas de alergia al trigo, determinación de anticuerpos de celiaquía, etc. Y sobre todo “que el afectado sea portador de genes compatibles con la enfermedad celiaca. Estos genes (que están presentes en el 40% de la población española) sólo sirven para descartar la enfermedad, pero si no están presentes no puede existir celiaquía”.

La especialista reitera la dificultad para establecer la SGNC y advierte que “en menos de un 20% de los pacientes el gluten es el responsable de sus síntomas”. Así pues, “no sabemos si nos encontramos ante un síndrome o una enfermedad, y la discusión es que tiene que haber otros responsables y no sólo el gluten”, concluye.