¿Alguien podría entender la medicina actual sin los innovadores inventos en el campo de la física de la luz láser?
El Nobel de Física 2018 ha recaído en la canadiense Donna Strickland y el francés Gérard Mourou “por su método para generar pulsos ópticos ultracortos de alta intensidad”. El estudio lo presentaron en 1985 en un revolucionario artículo, indican en la agencia de noticias científicas SINC. Utilizando un ingenioso enfoque, lograron crear pulsos láser de alta intensidad y ultracortos sin destruir el material amplificador. Primero ‘estiraron’ los pulsos a lo largo del tiempo para reducir su potencia máxima, luego los amplificaron y finalmente los comprimieron. Cuando un pulso láser se comprime y acorta de esta manera, se empaqueta más luz en el mismo espacio pequeño, aumentando enormemente su intensidad.
La nueva técnica de Strickland y Mourou, llamada amplificación de pulso gorjeado (CPA por sus siglas en inglés: chirped pulse amplification), pronto se convirtió en un estándar para los láseres de alta intensidad que se desarrollarían después en multitud de aplicaciones médicas y donde todavía existen áreas de investigación inexploradas.
La tercera mujer
Strickland es la tercera mujer que gana el Premio Nobel de Física en la historia. La primera fue Marie Curie en 1903; y la segunda, Maria Goeppert-Mayer en el lejano año 1963. Es decir, que han pasado 55 años desde que este prestigioso galardón recayó por última vez en una mujer.
Compartido
El Premio está compartido con el estadounidense Arthur Ashkin “por sus pinzas ópticas y su aplicación a los sistemas biológicos”. Un sistema capaz de sujetar partículas, átomos, virus y otras células vivas con sus ‘dedos’ de rayos láser. Esta nueva herramienta permitió conseguir un viejo sueño de la ciencia ficción: usar la presión de la luz para mover objetos físicos. El investigador logró, mediante luz láser, empujar diminutas partículas hacia el centro del haz y mantenerlas ahí