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Relación entre mal descanso y obesidad

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Un mal descanso incrementa la tendencia a consumir comida insana al desregular el funcionamiento de dos hormonas básicas en el control de la ingesta de alimentos. “Si dormimos poco y mal, aumenta el hambre, aumenta la probabilidad de comer, aumenta nuestra somnolencia diurna, y esto puede llevarnos a una disminución de la actividad física, disminuyendo a su vez el gasto metabólico, de forma que es la combinación perfecta para engordar y aumentar el riesgo de obesidad”, afirma la Dra. María José Martínez Madrid, coordinadora del Grupo de Trabajo de Cronobiología de la Sociedad Española de Sueño (SES).

La evidencia científica demuestra que las personas que duermen mal (es decir, que tienen problemas para conciliar el sueño o que se despiertan y levantan de forma repetida durante la noche) tienen una mayor tendencia a ingerir -durante todo el día e incluso durante los despertares nocturnos- alimentos, generalmente ricos en azúcares y grasas como el chocolate, galletas, snacks o helados. Esto, según la experta, se debe a la desregulación que produce la falta de sueño en el funcionamiento de dos hormonas, la grelina y la leptina: “cuando dormimos poco se ve reducida la cantidad de leptina, que es la hormona de la saciedad, mientras que por el contrario se eleva la presencia de grelina, que es la hormona del hambre, por lo que aumenta la probabilidad de que realicemos picoteos de alimentos menos saludables”.

Además, estos picoteos de productos insanos, sobre todo cuando se producen de noche, incrementan también el riesgo de desarrollar diabetes tipo 2. “Nuestro cuerpo no está igual de preparado para recibir glucosa en cualquier momento del día, sino que, si ingerimos glucosa por la noche, ésta se mantiene más tiempo elevada en sangre que si la ingerimos por la mañana, lo cual podría llevar al desarrollo de enfermedades como la diabetes tipo II”, explica la Dra. Martínez Madrid que, añade que, además, cuando dormimos poco se produce una activación del sistema nervioso simpático, “lo que provoca una subida del cortisol y de la hormona del crecimiento por la noche, lo que aumenta a su vez los niveles de glucosa”.