La alopecia femenina es un problema que afecta al 30% de las mujeres en algún momento de su vida y, a pesar de que sigue existiendo cierta estigmatización al respecto, cada vez es un tema menos tabú entre aquellas mujeres que padecen la alopecia femenina, lo que hace que cada vez existan más consultas relacionadas con la caída del cabello, según explica la Dra. Raquel Amaro, experta en salud capilar de la clínica MC360.
La causa más habitual de pérdida de pelo en la mujer continúa siendo a día de hoy la alopecia androgénica, que afecta a un 40% del sector femenino y que tiene un origen multifactorial y genético, aunque existen más de cien tipos diferentes de alopecia entre las que no existe una predisposición genética.
Además de la alopecia androgénica, en la que el cuero cabelludo clarea, podemos encontrar otros trastornos algo menos frecuentes en la mujer, tales como la alopecia cicatricial, entre las que se destaca la alopecia frontal fibrosante, que contiene un fuerte componente hormonal; la alopecia areata, de etiología autoinmune y con una prevalencia en la población de entre el 0,1% y 0,3%, y el efluvio telógeno, causado por algunos factores como el Covid-19, cambios estacionales, enfermedades sistémicas, causas alimenticias o situaciones de estrés.
De esta forma, algunas razones que explicarían la alopecia femenina serían ciertos trastornos de origen hormonal: el aumento de las hormonas sexuales masculinas llamadas andrógenos que experimentan algunas mujeres, la relación con determinadas patologías como el síndrome del ovario poliquístico, déficits nutricionales vitamínicos o de hierro o diversas etapas en las que se ve alterado el componente hormonal, como el embarazo o la menopausia.
Tras el embarazo o la menopausia puede producirse un efluvio telógeno provocado por el cese de las hormonas que estaban manteniendo una fase anágena inusualmente larga. Por ejemplo, en el caso del embarazo, se producen grandes cantidades de progesterona que inhiben la caída del pelo y, tras el parto, el pelo pasa a una fase catágena y telógena, con la consiguiente pérdida de pelo a los 3 o 4 meses.
Diagnóstico y tratamiento
A la hora de determinar la causa de la alopecia en el paciente, será fundamental realizar un diagnóstico preciso, con el fin de frenar su avance mediante un tratamiento correcto precoz. Si, por el contrario, no se lleva a cabo un tratamiento, la alopecia seguirá avanzando paulatinamente; aunque no todas las mujeres que sufran alopecia androgénica llegarán al grado más avanzado de calvicie. En estos casos, el diagnóstico se lleva a cabo mediante una historia médica completa, un análisis tricoscópico y una exploración clínica exhaustiva. Será preciso realizar un estudio analítico para descartar posibles alteraciones hormonales o diferentes parámetros que puedan influir a nivel capilar.
Actualmente existen una gran cantidad de tratamientos para frenar la caída del cabello ajustados a las situaciones y necesidades individuales de cada paciente, entre los que encontramos diferentes opciones como el Plasma Rico en Plaquetas (PRP), así como la combinación de fármacos antiandrógenos, en los que la paciente podrá hacer vida normal, aunque será preciso evitar en el embarazo y la donación de sangre, minoxidil tópico u oral para incrementar el engrosamiento del cabello, microinyecciones de dutasterida, análogos de prostaglandinas, microneedling o láser de baja potencia.
El trasplante capilar mediante técnica FUE o FUSS podrá emplearse como un complemento al tratamiento médico en alopecias no transitorias. Es importante destacar que no todas las pacientes serán buenas candidatas para someterse a esta intervención, por lo que será fundamental realizar un estudio previo para determinar si tienen suficiente densidad en la zona donante.