Sojourner Truth fue una abolicionista y activista por los derechos de la mujer. Nació bajo la esclavitud de Estados Unidos, pero pudo escapar con una de sus hijas. Después de recurrir a los tribunales para recuperar a otro hijo, se convirtió en la primera mujer negra en ganar un juicio contra un hombre blanco. Hoy, también es recordada por su discurso “¿Acaso no soy una mujer?” que pronunció en la “Convención por los derechos de la mujer” en su país.
Cuando todavía nos estremece la noticia de la muerte de dos mujeres en Pakistán a manos de sus familiares por no querer acatar un matrimonio impuesto, al escribir estas líneas nos llegan noticia del asesinato de otras simplemente porque eran mujeres.
Pero no se trata solo de proclamar la igualdad de la mujer en trato y en la defensa de un derecho básico y fundamental como es la vida, porque a pesar del representar más del 50% de la población mundial es esencial que nuestro estado de salud sea óptimo y de momento existen muchas deficiencias en ese sentido, ya que se debe impulsar una atención sanitaria con perspectiva. Como explica en su artículo: “Cuerpos invisibles”, Ariana F. Palomo, presidenta de la asociación “La Ciencia es Femenino”: “más de 700 patologías se manifiestan de forma diferente según el sexo de quien las padece y el 25% de las consultas médicas en atención primaria realizadas a mujeres son diagnosticadas como enfermedades psicosomáticas y su tratamiento consiste en ansiolíticos y antidepresivos”.
En el encuentro sanitario con expertos realizado en el marco del Día Internacional por la Salud de las Mujeres, el Dr. Héctor Bueno, cardiólogo del Hospital 12 de Octubre e investigador del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC), explicó que las diferencias biológicas entre mujeres y hombres son esenciales porque su metabolismo, masa y composición del organismo son distintos y, de este modo, las mujeres tenemos una proporción de grasa mayor que los hombres, lo que afecta a la acumulación o eliminación de algunos fármacos, además también hay diferencia en la respuesta a agentes externos, es decir, las mujeres somos más vulnerables a tóxicos como el tabaco o el alcohol.
Un dato muy revelador en este sentido es que se tiende a extrapolarnos en los conocimientos que se tienen de las enfermedades, que por lo general solo han sido estudiadas en hombres, y un ejemplo claro es la representación de las mujeres en la fase inicial de los ensayos clínicos que se encuentra entre el 21 y el 32%, lo que indica que el resultado de estos estudios cuentan con una premisa sesgada desde sus inicios, y puede ser que la respuesta a los tratamientos contra determinadas enfermedades no concuerden.
No se trata, solamente, de enarbolar la bandera del feminismo y perdernos discutiendo detalles que nos agotan en tiempo y esfuerzo, es simplemente exigir una igualdad que nos aporte calidad y muchas veces salve nuestra vida.