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Nuevas aplicaciones de la toxina botulínica para Dermatología clínica

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La Unidad de dermatología de Instituto Médico Láser (IML) constituida por los Dres. Adriana Juanes, Pedro Vilas-Boas, Javier Pedraz, Ricardo Moreno Alonso de Celada y María Castellanos, indican que más allá del uso estético de la toxina botulínica que es de todos conocido, la toxina botulínica tipo A revela una nueva capacidad para mejorar afecciones resistentes como el acné, la rosácea, la foliculitis y los queloides. Los expertos dicen que: “el fundamento de su aplicación radica en la micro-denervación química de carácter temporal que ejerce la toxina botulínica sobre la unión entre músculos y nervios (sistema neuromuscular placa motora). Recientemente la toxina botulínica tipo A ha demostrado su eficacia en otras patologías, abriendo una novedosa vía terapéutica.

Cicatrices hipertróficas y queloides

Estas lesiones cutáneas que se caracterizan por el crecimiento excesivo de tejido cicatrizal en la reparación de las heridas, se benefician de la toxina botulínica por su efecto sobre:

Fibroblastos. Disminuye el metabolismo y proliferación de estas células que producen colágeno y elastina. Al mantenerlas en las fases G0 y G1, la toxina botulínica evita también la síntesis aumentada de matriz extracelular.

Glándulas sebáceas. Inhibe la producción sebácea, responsable entre otros factores, de la inflamación que contribuye a la hipertrofia cicatricial.

Vasos sanguíneos. La formación de vasos sanguíneos (angiogéneis), tan necesarios para el cierre de las heridas, puede modularse con toxina botulínica durante el proceso de cicatrización.

El tratamiento de estas cicatrices anómalas combina la toxina botulínica con el empleo de otras herramientas como el láser infrarrojo fraccional no ablativo, el láser de CO2 en barrido, las infiltraciones de corticoides y la aplicación de parches reductores específicos.

Foliculitis

Esta afección del folículo piloso, que se produce por fricción o crecimiento inverso del pelo rizado y que desemboca en una infección localizada por hongos o estafilococos, es un problema que puede beneficiarse de la toxina botulínica, gracias a su efecto anti-inflamatorio y biomodulador de las glándulas sebáceas presentes en la unidad pilosebácea. Los dermatólogos explican que la emplean en casos de foliculitis severa, combinándola con depilación láser, que es el método menos irritante para la eliminación del vello y el más eficaz para acabar con la etiología del problema.

Acné

Esta enfermedad cutánea que cursa con puntos negros, granos y comedones, debido a la producción aumentada de sebo, la transformación de la grasa en una cera irritante con dificultad para salir por el poro, la colonización del canal por bacterias y el taponamiento de la salida por células queratinizadas, mejora con el bótox gracias a su efecto modulador sobre la unidad pilosebácea. Los profesionales la aplican en una disolución del principio activo en suero, para bloquear la actividad de la glándula sebácea. De esta forma se actúa sobre uno de los factores etiológicos del acné, que es la superproducción de grasa y la hiperplasia de la propia glándula.

Rosácea

Esta afección inflamatoria de la piel, que se manifiesta por un rubor transitorio o permanente (mejillas, mentón, frente), mejora con la toxina botulínica porque modula la actividad de dos factores que intervienen en su formación. Nos referimos, dicen los expertos, a la alteración de las unidades pilosebáceas y de los vasos sanguíneos, responsables de los capilares dilatados, pústulas y pápulas intermitentes con los que a menudo evoluciona. El papel de la toxina botulínica en la mejoría de la rosácea (eritematosa, pápulo-pustular, ocular, fimatosa) parece estar relacionado así mismo, con su efecto sobre el componente inflamatorio y más concretamente, sobre la actividad de los mastocitos, que son la fuente principal de mediadores inflamatorios como la histamina, la enzima kininogenasa, etc. El tratamiento es multifactorial, pudiendo beneficiarse de la toxina botulínica en suave concentración.