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Dismorfia de Snapchat o el trastorno de percepción de la propia imagen

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Según la Dra. Isabel Moreno, presidenta actual de la Asociación Española de Cirugía Estética Plástica (AECEP), la dismorfia de Snapchat, también conocida como dismorfia de Zoom, es un fenómeno subjetivo alterado de la imagen propia causado por una distorsión óptica de la cámara que genera una autopercepción negativa relacionada con el aumento de las videoconferencias, las cuales obligan a permanecer largos periodos de tiempo mirándonos fijamente causando un impacto significativo en nuestra forma de vernos.

Según un estudio realizado por American Academy of Facial Plastic and Reconstructive Surgery Medicine: “Antes de que Zoom asumiera el control como la métrica utilizada para valorar la apariencia personal, los pacientes usaban selfies y un arsenal de aplicaciones de edición de fotos para crear versiones filtradas de sí mismos. A esto es lo que se le conoce como “dismorfia de Snapchat”, la afluencia de pacientes que esperan parecerse más a ellos mismos ha causado una preocupación generalizada por su potencial para desencadenar un trastorno dismórfico corporal.”

Aunque no se utilicen filtros, las cámaras alteran la imagen debido a la calidad del vídeo e iluminación. Se asegura también que “un retrato a 30 centímetros de distancia aumenta el tamaño percibido de la nariz en un 30% en comparación con el que se toma a 1,5 metros”. Asimismo, suelen incrementar una cara, en general, más redondeada, ojos más abiertos y una nariz más ancha.

Tratamientos estéticos más demandados por pacientes con dismorfia 

Según el Dr. Francisco Bravo, ex presidente de la Asociación, la rinoplastia encabeza la lista de las cirugías estéticas más demandadas, reemplazando al aumento de pechos por primera vez desde el 2006.  Según un estudio social de la empresa estadounidense Highfive “el 48% de los españoles confía estar más pendiente de su aspecto físico en videollamadas”.

Desde el 2020 el lifting facial y la blefaroplastia se han posicionado en el segundo y tercer lugar, respectivamente, de los procedimientos estéticos más habituales. También asegura que, en gran parte, la pandemia causada por el Covid-19 ha generado un impacto en diferentes facetas de la vida, entre ellas, prestar más atención a un rostro. Han pasado dos años y se sigue viviendo las consecuencias de esta.

Personas más afectadas

A este respecto, la Dra. Moreno asegura, que ya está acostumbrada a que se presenten jóvenes en su consulta que le muestren una foto de ellos con un filtro, y le digan “así quiero mi rostro”. La obsesión que se genera por nuestra imagen está basada en efectos irreales. Los filtros de Instagram no están creados para cada rostro y el pasar de eso a una realidad, son situaciones de falsas expectativas, ya que, la doctora explica que sobre todo quieren “transformar su cara. Pero nosotros no podemos transformar una cara”. Son situaciones poco realistas.

Por su parte, el Dr. José Ángel Lozano Orella, cirujano estético plástico, declara que “las intervenciones de cirugía estética en menores de edad suponen un 1,7% de las realizadas en el país. La presión social por estar perfecto hace que la afluencia de adolescente a nuestras consultas cada día sea mayor. Y esto se debe a diversos factores. Primeramente, y a nivel individual, el abuso de selfies y la utilización de filtros correctores hace que los adolescentes desarrollen una realidad distorsionada de su auto imagen corporal. A nivel virtual es muy fácil corregir defectos y perfeccionarlos, pero a nivel real todo pasa por una cirugía.”