A los 25 años, aproximadamente, comienza a disminuir la síntesis de colágeno y, con ello, comienza el proceso de envejecimiento de la piel, de ahí la importancia de potenciar su producción. La Dra. Gema Pérez Sevilla, cirujana maxilofacial y experta en medicina estética facial, explica cómo potenciar su producción.
El colágeno es una proteína fabricada por unas células llamadas fibroblastos. Es el componente más abundante en nuestra piel y en los huesos, y es el responsable de la sujeción de los tejidos cutáneos. En el caso de la piel, el colágeno aporta elasticidad y firmeza, de ahí que sea esencial para evitar la formación de líneas finas y arrugas, además de evitar la flacidez y la pérdida de volúmenes. Cada día, nuestras fibras de colágeno son agredidas, se endurecen o se destruyen, pero también son reemplazadas. Las malas noticias es que, aproximadamente, a los 25 años comienza el proceso (ineludible) de la disminución en síntesis de colágeno. La producción de nuevas fibras disminuye tanto en cantidad como en calidad. Y, como consecuencia, comienzan a aparecer las primeras líneas, la pérdida de firmeza y elasticidad y, en definitiva, los signos de envejecimiento. Las buenas noticias es que podemos retrasar el proceso (y reducirlo) con ciertos tratamientos.
Tratamientos médico-estéticos
A nivel de facialismo, el carbón activado de origen vegetal y el láser dermatológico Q-Switched se consigue renovar la piel más superficial, pero también estimular la producción de colágeno y elastina para evitar ese envejecimiento prematuro. Sus resultados son inmediatos en cuanto a luminosidad, tersura y rejuvenecimiento facial, mientras que, a la larga, se conseguirá una acción pro-aging, gracias al efecto de estimulación del fibroblasto en la profundidad, que va a sintetizar colágeno, elastina y ácido hialurónico. El tratamiento es sencillo y rápido (unos 20 minutos) y, por supuesto, es indoloro y no requiere tiempo de recuperación.
A nivel de aparatología, la radiofrecuencia fraccionada con agujas es un tratamiento ideal para estimular la producción de colágeno, elastina y ácido hialurónico, mejorando la calidad de la piel en general, y con un efecto rejuvenecedor en particular. El cabezal está constituido por 36 microagujas y podemos elegir a qué profundidad van a insertarse, cuánta energía se va a utilizar, y durante cuánto tiempo se va a entregar esta energía, de modo que se puede personalizar el tratamiento no solo para cada paciente sino también para cada zona del rostro en función de las características de la piel. Las agujas aplican la energía solo en la punta, que entrará profunda en la dermis, eso hace que la epidermis no se altere y que los tiempos de recuperación sean muy cortos. Se requieren de 3-4 sesiones. La síntesis de colágeno será evidente entre 1-1,5 meses, y el resultado se apreciará hacia los 3 meses.
Por último, ha habido una creciente popularidad (y no es para menos) de los inyectables estimulantes del colágeno sin efecto volumen. En concreto, los nucleótidos, conocidos como el futuro de los inyectables regenerativos, aclamados por su capacidad para rejuvenecer y regenerar la piel. Son famosos por sus propiedades bioestimulantes y cicatrizantes. Además, son reconocidos por sus estructuras complejas y su capacidad para rejuvenecer la piel con un resultado natural. Predominantemente derivados del ADN del salmón, los polinucleótidos están diseñados para estimular los fibroblastos (células que producen colágeno, elastina y ácido hialurónico), promover la reparación de tejidos, mejorar la renovación celular, aumentar la elasticidad y la producción de colágeno. Este tratamiento se puede utilizar sobre cicatrices de acné, afecciones de la piel como rosácea, melasma e hiperpigmentación, para mejorar la cicatrización atrófica, en la alopecia y la pérdida de cabello androgénica, para mejorar líneas finas y arrugas profundas, para rehidratación y rejuvenecimiento de la piel, en caso de elastosis, es decir, un envejecimiento prematuro de la piel; y en el envejecimiento facial, como la flacidez y la pérdida de firmeza y elasticidad, finaliza la Dra. Pérez Sevilla.