Hablamos con la Dra. María Victoria Fernández Ochando, que es directora médica de la Clínica Dra. Fernández, formadora de diversos laboratorios (IBSA Derma Iberia en Valencia) y colaboradora en cursos y diversas publicaciones médicas de medicina estética, sobre la idoneidad de las rebajas (black Friday) en los tratamientos médicos-estéticos.
¿Puede haber rebajas en un tratamiento médico cuando se trata de la salud del paciente?
Hablamos de medicina, de salud y de calidad, no de un producto de moda fuera de temporada. Es de sentido común entender que el tratamiento médico más adecuado para un paciente no se debe buscar por precio.
Ya entrando en otras consideraciones, en sentido estricto en el ámbito del comercio, las rebajas consisten en “la venta de productos a precios reducidos durante un período de tiempo en un establecimiento comercial” y su marco normativo es la “ley de ordenación del comercio minorista”. Esto quiere decir que ni la definición ni la regulación misma corresponden con el concepto de los actos médicos, en cuyo caso la respuesta es que NO están amparadas en esta regulación las rebajas de verano, de invierno ni de black friday, etc. en el ámbito médico.
Los servicios médicos tienen regulación específica diferente a la del comercio minorista y en tal sentido, por un lado, la ley de garantías y uso racional de medicamentos y productos sanitarios, prohíbe los descuentos vinculados a la promoción o venta de dichos productos; y establece que la publicidad de procedimientos médicos o quirúrgicos ligados a la utilización de dichos productos también deberá respetar esa prohibición, es decir que no puede anunciar descuentos.
Por otro lado, el propio Código Deontológico establece en su Artículo 93 que “es contraria a la Deontología Médica la captación de clientes mediante el uso de publicidad en la que figuren precios de asistencia”.
¿El Código Deontológico Médico permite estas prácticas?
El Código Deontológico considera ético el descuento o rebaja en los honorarios por servicios médicos individualmente considerados, tal es el caso del artículo 92.3 que establece que “el médico puede abstenerse de cobrar a un paciente sus honorarios cuando lo considere conveniente”.
Lo que en definitiva prohíbe el Código Deontológico médico es el uso de los precios como estrategia de una campaña publicitaria para conseguir la captación de pacientes.
Una cosa es el descuento en el precio y otra cosa es la publicidad de los precios o descuentos.
¿Cómo se puede asegurar el paciente de que los productos son de calidad y se han obtenido por el canal oficial con su trazabilidad?
Cualquier paciente puede averiguar en primer lugar si la clínica a la que acude está dada de alta en sanidad, pues debe tener su registro sanitario expuesto con el epígrafe U48 y, en caso de no ser así, puede averiguarlo en las Consejerías de Sanidad.
Además, debe ser atendido por un médico (el título tiene que estar visible en la consulta) colegiado, con capacitación y acreditación en medicina estética. En caso de duda, puede consultar estos datos en el colegio de médicos y en sociedades científicas.
Los médicos estéticos compramos productos inyectables con marcado CE directamente a los laboratorios que los comercializan, que guardan la trazabilidad y lotes; y en caso de ser fármacos (como la toxina botulínica), a nuestra farmacia de referencia. Todos estos datos sobre marcas (las hay de mayor calidad que otras) y lotes de productos los puede solicitar el paciente y tenemos el deber de facilitárselos.
Desgraciadamente, existe un mercado fuera de estos canales, sin control sanitario, a precios más bajos, con muchos productos falsificados y que se venden a cualquier persona sin comprobar que sea médico.
¿Qué riesgos pueden conllevar estas prácticas poco éticas?
Hay precios que no se pueden sostener si se compran productos sanitarios legalmente, se paga el IVA y demás gastos que conlleva una clínica autorizada. Debemos sospechar ante precios muy bajos sobre la profesionalidad, la calidad de los productos, la cantidad o dosis administrada, la seguridad sanitaria, etc.
El riesgo más bajo sería una nula o leve mejoría por el uso de poco material o dosis inferiores a las necesarias para un resultado adecuado. Mucho más grave sería una reacción adversa (infección, necrosis, alergia, etc.) por un producto inadecuado, sin la asistencia de un médico o aplicado fuera de una clínica autorizada. Si se trata de tu cuerpo, se trata de tu salud.