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Tatuajes, con seguimiento dermatológico

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Al menos un 30% de la población de entre 20 y 40 años en España se ha realizado al menos un tatuaje, y esta práctica se encuentra en aumento. Así lo han señalado expertos en el marco de la celebración del 48º Congreso de la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV), donde han analizado las enfermedades y trastornos que pueden derivarse de los tatuajes.

“Si bien los efectos adversos derivados de los tatuajes son poco frecuentes y representan un porcentaje muy bajo en la clínica diaria, es importante prestar atención a las reacciones que se pueden presentar en los días sucesivos e incluso con el transcurso de los años”, remarca el Dr. Donís Muñoz Borrás, de la Clínica de Dermatología Médico Estética del Dr. Donís Muñoz (Gandía, Valencia). El experto afirma, así, que tanto en España como en Europa en general “siempre que se practiquen en un centro homologado, los tatuajes se realizan con suficientes garantías higiénico-sanitarias”.

Entre los efectos secundarios, “las reacciones inflamatorias pueden aparecer en cualquier color de tinta, en un 80% se producen debido a las tintas rojas”, remarca el Dr. Muñoz Borrás. Las mismas se manifiestan a través de la hinchazón y prurito intenso –hormigueo o irritación de la piel que provoca el deseo de rascarse en la zona tatuada-, no siendo excepcional la ulceración de la piel; situación para la que recuerdan, “es fundamental requerir la atención por parte de dermatólogos”.

Láser para eliminar tatuajes

Entre las novedades trasladadas en las mesas relacionadas con esta práctica se ha hecho referencia a las técnicas y herramientas innovadoras disponibles actualmente en el sector para la eliminación de tatuajes. Los profesionales afirman que el empleo de láseres con tecnología en picosegundos (Ps) ha supuesto “cambios significativos” frente a otros como el Q-Switched de nanosegundos (Ns), empleados desde los años 90 y que “hoy en día siguen siendo los más utilizados”.

La tecnología en Ps genera una mayor fragmentación de las partículas de tinta y, por consiguiente, una eliminación más rápida del pigmento. Además, “permite emplear fluencias mayores y más eficientes, sin acarrear un mayor daño tisular, y generan una menor incidencia de efectos adversos sobre la piel tatuada”.

El Dr. Muñoz Borrás recuerda que “la complicación más frecuente, en este sentido, podría manifestarse en cicatrices de distinto grado, y que abarca desde cambios texturales hasta cicatrices hipertróficas y queloides”. Pero esta técnica va más allá, permite además tratar “un buen número de patologías dermo-estéticas gracias a la incorporación de una pieza de mano fraccional, ampliando así su viabilidad económica”.