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Toxina botulínica contra el bruxismo

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El Dr. Leo Cerrud, médico estético, explica que: el bruxismo es lo que llamamos “rechinar de dientes”, es decir, movimientos inconscientes de los músculos que participan en la masticación durante la noche. Se da frecuentemente en niños y puede formar parte del desarrollo de los dientes, músculos y huesos de la cara, y suele desaparecer en la edad adulta. Cuando persiste, las consecuencias a medio y largo plazo pueden ser importantes.

Consecuencias

Por un lado, está el desgaste del esmalte dental y de los propios dientes, que a su vez puede hacer que alguna pieza se fracture o se mueva, o las encías se inflamen. Por otro lado, está el hecho de que cuando es acusado afecta al sueño y ocasiona trastornos de la articulación temporomandibular que a su vez pueden producir dolor de cabeza, oído o cuello, dificultad para masticar e incluso si es grave, para hablar. Pero también, el rechinar los dientes produce un desarrollo exagerado de los músculos maseteros, de manera que la mandíbula se desarrolla excesivamente y adquiere una forma cuadrada.

En qué casos se puede usar la toxina botulínica

La toxina botulínica se puede aplicar en cualquier caso de bruxismo, leve, moderado o severo. Y lo que se consigue es neutralizar la acción del músculo masetero, que es el responsable de esta condición cuando está muy hiperactivo y contraído y produce el típico “castañeo” de los dientes unos contra otros durante el sueño, lo que genera además de lo expuesto, posibles asimetrías faciales o que el rostro se cuadricule.

Afinamiento del rostro

Un efecto secundario no buscado pero muy satisfactorio para pacientes con bruxismo severo que suelen tener la mandíbula hipertrofiada y cuadrada es el “afinamiento” de la cara. Al relajarse el músculo se hace menos evidente la hipertrofia.

Como recalca el Dr. Cerrud, la indicación de la toxina botulínica es para aliviar el bruxismo, lo cual a su vez produce el afinamiento del rostro, pero este es un efecto colateral y no debe ser el objetivo.

Técnica

La toxina botulínica se aplica estratégicamente en el músculo masetero, que es muy potente y está encargado de la masticación. Se infiltra en tres puntos estratégicos que forman un triángulo cuya base es el hueso maxilar inferior. De esta manera relajamos su acción pero sin paralizarlo. Se trata de un músculo esquelético tan potente que la relajación total es prácticamente imposible de conseguir, por lo que no hay peligro de que el tratamiento con toxina botulínica afecte a la masticación.

Duración del tratamiento

Igual que una toxina botulínica en cualquier otro sitio, es decir, entre 4 y 6 meses. En este procedimiento, al usarse una dosis un poco más alta que en el tratamiento antiarrugas, el efecto puede durar un poco más.