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Cómo superar la fatiga pandémica

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La psicóloga clínica Pilar Guerra explica algunos tips para poder superar la llamada fatiga pandémica que tanto se está alargando. Mientras se sale del estado de shock en el que nos adentramos al comienzo de la pandemia en marzo del 2020 y que aún no ha terminado, nos introducimos de nuevo otra vez en un nuevo estado al que ella ya llama estado traumático. Una fatiga pandémica que la psicóloga apunta que pareciese como si el mundo siguiera igual, ya que el ser humano está intentando normalizar sus vidas y sin embargo, hay un sentimiento fantasmagórico generalizado.

Consejos para sobrellevar la fatiga pandémica

Informarse pero no inmolarse. Debemos de mantenernos informados pero con muchísimos límites y poniendo toda nuestra capacidad de inteligencia a nuestro propio servicio, con el fin de elegir, sintetizar y discernir lo que realmente es útil. Estar en modo sumiso y dar por hecho que tenemos la obligación de estar al tanto de todas estas noticias devastadoras y repetitivas es inmolarse, una especie de auto suicidio lento, que nos lleva a no compensar con otro tipo de emociones que nos salven de lo que nos está provocando esta situación.

Autocuidado contra el cuidado exigido. El hartazgo tiene que ver también con la incongruencia a la que estamos sometidos. La autoridad está cruzada, mientras observamos el cómo se lidian las ideas desde aquellos que nos mandan, tenemos que desarrollar el concepto de autocuidado; proyectarnos a nosotros mismos dentro de un contexto de sentido común, si es que es común. Si no lo fuse, que no está siendo, diseñarnos un propio programa de auto normas que nos permitan estar en congruencia con nuestro ser, independientemente del conjunto de incongruencias que observemos fuera.

Ocuparse de la preocupación de otros. Otra manera de hartazgo y de tocar fondo es la relación con los demás. Las relaciones sociales han de estar hechas a la medida de nuestras necesidades, de las necesidades de cada uno de nosotros. Conceptos como generosidad, solidaridad y actitud de ayuda permanente han de verse sometidas a examen ahora. Es el momento de saber elegir con quien queremos estar acompañados. Personas pesimistas, con quejas continuas, las que algunos psicólogos denominan “tóxicas”, están ahora a la búsqueda y captura de víctimas escuchadoras. Ahora más que nunca podemos decantarnos por evitar este tipo de personas y sus conversaciones.

–  Victimismo contra responsabilidad. Todos somos víctimas de esta situación. Es imposible de entender, y esta realidad es desbordante. La exigencia en ser optimistas en esta situación es una expectativa irreal, que puede generar más frustración.

El “hartazgo” de esta situación reclama a gritos que nos den un espacio para la queja, para la angustia, para la incertidumbre, para las dudas y para el desasosiego. Sí, somos víctimas. Y llamarnos así nos permite tener un contacto con la realidad.

Pensamiento individual versus pensamiento colectivo. Ser sociables o no en estos momentos también es una elección. No hay obligatoriedad ninguna en serlo ahora. El ser humano es “sociable por naturaleza” pero también es un ser individual en su más amplio espectro. El dosificar “necesidad de estar con los demás” puede ser una herramienta que ayude a gestionar la angustia de sentirnos con la prohibición de estar sin ellos.

Libertad de decidir. El hartazgo se acrecienta también cuando estamos continuamente en la situación de tenernos “en vilo” respecto a lo que se va a decidir hacer con nosotros. La ansiedad que produce estar a la expectativa de normas que cambian de manera continua genera unos costes emocionales muy altos, así como sensaciones de impotencia ante la ausencia de sentir que no tenemos las riendas de nuestra vida. Por ello hemos de buscar objetivos a cortísimo plazo, metas del presente, no esperar al futuro, y a ver si “esto pasa”, porque con esta filosofía, puede entonces que se nos pasen más cosas.

Empatía versus hiper empatía. En este momento, la observación de este límite ha de ser obligada. Uno de los síntomas del hartazgo que sufrimos ahora es el no saber poner estas barreras, llegando a tener verdaderos episodios de sobredosis por los acontecimientos de los demás y esto es desbordante. Nos hiper empatizamos con el sufrimiento de las personas mayores, con la frustración de los jóvenes, y entramos en un mundo de discursos llenos de carga emocional, incapaz de ser soportados por nuestra propia psiquis.

Preguntar ¿Qué tal? o preguntar ¿Qué necesitas? La primera pregunta es demasiado amplia en estos momentos. No solo no mitiga nuestro estado emocional inestable, sino que puede ayudarlo a desestabilizarlo más. En estos momentos, puede considerarse incluso una pregunta invasiva porque realmente no sabemos la respuesta.

Preguntas como qué necesitas, sin embargo, da cabida a poder contestar lo que realmente queremos del otro, e incluso nos da la libertad para poder contestar que lo que realmente necesitamos es que no nos hagan preguntas.