La Dra. Celia Gonzalo está especializada en Endocrinología y Nutrición y forma parte del equipo médico de la Clínica Neolife, explica la importancia de la suplementación hormonal en la medicina antienvejecimiento: Un aspecto físico armonioso pasa por la vigilancia de la salud y el control del envejecimiento acelerado. Corregir ciertas disfunciones con la suplementación hormonal puede mejorar nuestro aspecto, nuestro rendimiento y, además, alargar nuestra esperanza de vida. Nadie quiere convertirse en un anciano frágil de forma precoz, al menos si conoce los fundamentos de la medicina preventiva.
Consideraciones preventivas a la suplementación
Tenemos que considerar edad, sexo, antecedentes, estilo de vida y objetivos de nuestros pacientes, por lo que realizamos un manejo completamente personalizado. Acuden a nosotros personas con interés por la prevención (aparentemente sanas) y, otras, con problemas declarados que no quieren resignarse a llevar esa “mochila” de limitaciones y dolencias.
Empezamos por un chequeo inicial, con el que vamos a establecer una serie de diagnósticos y damos un protagonismo especial a las hormonas, porque sabemos que el envejecimiento pasa por un deterioro del funcionamiento de nuestras glándulas. El descenso de los niveles hormonales se asocia con problemas y, a mayor edad, más riesgo de enfermedades metabólicas, cardiovasculares, neurodegenerativas, óseas, oncológicas, etc. Para llegar a los objetivos marcados apostaremos por la seguridad y eso significa trabajar en la búsqueda del equilibrio hormonal (terapia de reemplazo hormonal bioidéntico).
Hormonas a tener en cuenta
– Melatonina: hormona con diferentes efectos, muy conocida por su relación con el sueño. Aquí no acaba su papel: es neuroprotectora, antioxidante y modula el sistema inmune.
– DHEA (dehidroepiandrosterona): es una prohormona, un andrógeno débil, secretada por las glándulas suprarrenales. Con el tiempo y el estrés disminuye, siendo una lástima, ya que tiene efectos beneficiosos en los huesos, músculos y sistema inmune, con lo que previene y limita la aterosclerosis, etc. En algunas mujeres se convierte eficazmente en testosterona.
– Testosterona: un andrógeno presente y necesario en ambos sexos. Su descenso va a provocar una serie de problemas: pérdida de libido, músculo, masa ósea, ganancia de grasa visceral (aumento de problemas metabólicos y de cáncer) y trastornos del estado de ánimo. Para el hombre, es la fuente de estradiol (conversión por aromatización), una forma de garantizar una buena salud cardiovascular.
– Estradiol: las mujeres lo pierden cuando llegan a la menopausia. Un drama, pues su descenso se asocia con un deterioro de la calidad de la piel, la lubricación de las mucosas, el aspecto físico, etc. Reponerlo puede ser la mejor solución para manejar depresiones, luchar contra la osteoporosis y contra el riesgo de demencia. Es también clave en nuestra salud arterial.
– Progesterona: es una hormona que acompaña al estradiol, aunque sea de forma antagónica. Reduce el riesgo de cáncer de mama y de endometrio, mejora la calidad del sueño y el perfil lipídico.
– Tiroideas: la glándula tiroides no escapa al envejecimiento. Ciertas personas van a requerir una optimización hormonal que se traducirá en una mejoría del nivel de energía, atención, retención de líquidos y del metabolismo en general.
– Pregnenolona: un neuroesteroide empleado para mejorar el rendimiento cognitivo (niveles muy bajos en personas con enfermedad de Alzheimer) y para ciertas deshabituaciones (tabaco y alcohol).
– Hormona de crecimiento: indicada solo en ciertos casos y con necesidad de una estrecha supervisión. Entre sus acciones distinguimos: mejoría de la composición corporal, la piel y masa ósea.